El trabajo de consultoría externo puede representar para cualquier empresa una oportunidad para lograr objetivos que en un primer momento no parecen alcanzables. El día a día a veces no permite a las personas pertenecientes a una organización mirar fuera de la caja y entender cuáles son los procesos que pueden estar evitando que la empresa alcance su máxima productividad, ya sea por costumbre, por comodidad o por superstición en algunos casos.
Por otro lado, la perspectiva de un consultor abarca en muchas ocasiones diversidad de experiencias en diferentes empresas y sectores, lo que permite al mismo obtener un cúmulo de conocimientos que brindan a la empresa que contrata sus servicios entender su posición relativa en el mercado y cómo puede compararse dentro del mismo, y además, entender si esas metas que se está proponiendo son demasiado ambiciosas, o demasiado humildes.
La visión del consultor puede representar al cliente una perspectiva experta, fresca, y novedosa frente a los retos que asume. Desde un consejo con suficiente background informativo, pasando por aporte de personal especialista en los temas a manejar, diagnóstico y hasta coaching individual pueden hacer la diferencia. Una conversación con un consultor puede abrir una cantidad de posibilidades que hasta el momento los responsables de la empresa no habían visto. Es cuestión de entender que el consultor no está allí para decirle al cliente lo que debe hacer aunque no quiera, está allí para orientarlo y guiarlo en la consecución de las metas que él mismo ha establecido.
Dulce Cova
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