El “Branding” está relacionado con la relación emocional que establece una marca con sus clientes o consumidores, la reputación que construye a través de una serie de características con las que se va definiendo, y con las cuales la identifican aquellos que la conocen. El “Personal Branding” surge entonces como derivado de este concepto, y consiste en convertir a una persona en una marca reconocida en su entorno. Ello implica manejar la imagen y la comunicación hacia el logro de un objetivo específico en cuanto a posicionamiento en el mercado.

 Si lo aplicamos a nuestro contexto, no se trata necesariamente de convertirnos en los mejores en nuestro campo, aunque esto puede ayudar. Se trata de hacer un inventario de las características que nos identifican como individuos, las fortalezas y debilidades que tenemos y el elemento que resulta disruptivo en nuestra personalidad, ese “algo” original. Es la combinación de características diversas lo que nos hace únicos y valiosos en el mercado. Por ejemplo, Will Smith es un actor-comediante-cantante. Probablemente no sea el mejor en ninguna de estas tres facetas, sin embargo, la combinación de estas facetas junto con su carisma personal, lo hacen una marca reconocida en Hollywood y una personalidad respetada en el mundo artístico.

A través del establecimiento de una marca personal, defines al mundo la promesa única de valor que puedes otorgar al mercado. Adicionalmente agrega congruencia a tu imagen, potencia la creatividad y establece tu misión y visión. Así, los empleadores o clientes saben que esperar de ti, y puedes establecer una relación basada en la confianza y la lealtad.

Dulce Cova / Grupo DASA