La realidad es que nuestra imagen como profesionales habla por nosotros. Las personas con quienes nos comunicamos, con quienes trabajamos y con quienes tenemos la oportunidad de compartir en entornos académicos son aquellos que hablaran de los demás sobre nosotros. Y es esa huella que dejamos lo que servirá como referente positivo o negativo dentro de nuestra red de contactos.
Martha Alles (2005), lo maneja como la “habilidad para crear y mantener, en forma directa (personal) o a través de la web (virtual), una red de contactos con personas que son o serán útiles para alcanzar las metas relacionadas con el trabajo o el objetivo propuesto en un contexto de relaciones de aparente trato informal y durante lapsos muy breves”. Parte de esta habilidad implica saber comunicarse y dominar el lenguaje del área en la que nos manejemos, además de manejar una imagen acorde a lo que queremos lograr, a nuestro momento vital y las responsabilidades que manejamos en cada momento de nuestras vidas. Nunca sabemos quién nos puede ofrecer o donde pueden estar las oportunidades de negocio o crecimiento.
En este mundo profesional tan competitivo, es importante, por lo tanto, mantenerse actualizados y saber con quién nos relacionamos. El conocimiento profundo del negocio también hace el efecto de apalancamiento de esta competencia. Si dominamos las diferentes variables que afectan el negocio en el que nos encontramos, y la estructura informal del mercado que nos compete, no solo las empresas que lo componen, sino los elementos influyentes de esa red, podemos desarrollar nuestra propia estrategia de crecimiento. El valor de una idea que obtengas en el intercambio con personas que hablen tu mismo idioma puede transformar tu carrera e incluso tu vida de manera radical.
Dulce Cova / Grupo DASA